La recuperación de una lesión no termina cuando se recibe el alta en rehabilitación. De hecho, ese momento marca el comienzo de una nueva fase en el proceso de sanación: la de consolidar lo logrado, devolver al cuerpo su capacidad funcional y, sobre todo, prevenir futuras recaídas. Es muy común que, tras varias sesiones de fisioterapia, una persona mejore notablemente sus síntomas y recupere la movilidad. Sin embargo, si después de este alta no se continúa con un plan estructurado de actividad física, los avances conseguidos pueden perderse con el tiempo, y es probable que la lesión vuelva a aparecer.
¿Por qué es tan importante lo que ocurre después del alta?
Cuando hablamos de lesiones musculoesqueléticas (esguinces, roturas fibrilares, tendinopatías, lumbalgias, entre otras), sabemos que no solo afectan a una estructura concreta, sino que alteran patrones de movimiento, generan compensaciones y debilitan ciertos grupos musculares. Durante la fase de fisioterapia se alivia el dolor, se recupera la movilidad y se reeduca parte de ese patrón funcional, pero es a través del entrenamiento físico personalizado donde se termina de restaurar la fuerza, la estabilidad y la coordinación necesarias para volver a las actividades diarias o deportivas con seguridad. Desgraciadamente, muchas personas interpretan el alta como una señal para retomar su vida sin restricciones, cuando lo ideal sería que ese momento sirviera de puente hacia una fase de readaptación física activa.
¿Qué es la readaptación física y por qué es fundamental?
La readaptación física es un proceso de transición entre la rehabilitación clínica y el regreso a la actividad habitual, sea esta laboral, deportiva o recreativa.
En esta fase se trabaja de forma específica la resistencia muscular, el control postural, el equilibrio, la fuerza funcional y otros factores clave para mantener los beneficios logrados en fisioterapia.
Sin este trabajo de readaptación, el cuerpo puede seguir arrastrando pequeñas limitaciones o debilidades que, con el tiempo y la carga acumulada, derivan de nuevo en lesión o en molestias crónicas.
El entrenamiento de fuerza como eje central
Uno de los pilares más efectivos en esta etapa es el entrenamiento de fuerza, siempre adaptado a las circunstancias de la persona.
Este tipo de entrenamiento no solo fortalece los tejidos, sino que mejora la densidad ósea, incrementa la estabilidad articular, optimiza la postura y refuerza el control neuromuscular.
Hay que desterrar la idea de que el entrenamiento de fuerza es solo para atletas o personas jóvenes.
De forma bien planificada, es seguro y beneficioso para todas las edades, y es clave en la prevención de lesiones en adultos, personas mayores e incluso pacientes con patologías previas.
El rol del entrenador personal en la prevención de recaídas: Sergio Álvarez – Entrenador Personal
Una vez finalizada la rehabilitación, es fundamental contar con la guía de un profesional del ejercicio que comprenda el proceso de recuperación y sepa adaptar la actividad física al estado actual de la persona.
«Soy Sergio Álvarez – Entrenador Personal, mi objetivo es diseñar programas que no solo trabajan el área lesionada, sino que abordan el cuerpo como un todo, mejorando la funcionalidad global y reduciendo al mínimo el riesgo de recaída. Además, es habitual que tras una lesión, muchas personas pierdan confianza en su cuerpo, eviten ciertos movimientos por miedo o desarrollen hábitos poco saludables de compensación. El acompañamiento cercano y técnico de un entrenador cualificado ayuda a recuperar esa seguridad, enseñando al cuerpo a moverse de forma eficaz y sin dolor.»
Caso práctico: una lumbalgia recurrente
Imaginemos a una persona que sufre una lumbalgia aguda. Acude al fisioterapeuta, mejora en pocas semanas y recibe el alta. Sin embargo, como no hay un seguimiento posterior, vuelve a su rutina sedentaria, con largos periodos sentada y sin fortalecimiento lumbar. Dos meses después, el dolor vuelve. Si en ese punto hubiera comenzado un programa progresivo de entrenamiento (basado en fuerza del core, movilidad de cadera, higiene postural y control motor), muy probablemente esa recaída se habría evitado. Este es solo uno de muchos ejemplos reales que vemos a diario.
Conclusión: el movimiento como continuidad de la recuperación
El alta médica no debe verse como el final del proceso, sino como la puerta de entrada a una nueva fase: la del entrenamiento consciente, adaptado y preventivo.
La colaboración entre fisioterapeutas y entrenadores personales cualificados permite ofrecer a cada persona un acompañamiento completo, desde la lesión hasta la vuelta a su vida activa.Si acabas de superar una lesión o conoces a alguien en esa situación, recuerda que moverse bien es la mejor medicina.
Y hacerlo con una planificación adecuada, es la mejor inversión en salud a largo plazo.
Sergio Álvarez – Entrenador Personal
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C. Sanduzelai, 31012 Pamplona, Navarra